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octubre 7, 2025El enfrentamiento se acerca y, como es de esperar, la presión va en aumento. En las diecisiete primeras carreras de la temporada, McLaren ha gestionado a sus pilotos de forma impecable, limitando cualquier fricción y consiguiendo mantener intacta la relación de confianza con Norris y Piastri. Las ya famosas «reglas de papaya» han funcionado hasta ahora con la misma eficacia que en el MCL39, permitiendo al equipo celebrar su segundo Campeonato de Constructores consecutivo a falta de seis carreras (y tres sprints) para el final de la temporada.
Hay, sin embargo, un reto al que McLaren todavía se enfrenta, una prueba que de hecho empieza ahora, o quizás acaba de empezar el pasado fin de semana en Marina Bay. En la Fórmula 1 cada aspecto se lleva al extremo, el reto es que todo funcione al máximo, no hay término medio. Los márgenes de tolerancia no forman parte de este deporte, el imperativo es exprimirlo todo al máximo posible. La premisa sirve para situar en este escenario las «reglas papaya», es decir, el conjunto de normas exigidas a los pilotos (y no sólo) por el nuevo ciclo de McLaren, una especie de código de comportamiento bajo la bandera del fair-play que pretende dejar a los pilotos libertad para competir.
De hecho, Norris y Piastri tienen dos entidades que vigilan su comportamiento en la pista: la junta de comisarios, pero también el propio equipo, que evalúa y toma decisiones como hemos visto en varias ocasiones. Hasta ahora las cosas han ido bien, pero la prueba definitiva, la que pondrá a prueba el sistema, empieza ahora. La historia de la Fórmula 1 nos enseña que las luchas más duras se producen cuando dos aspirantes al campeonato del mundo llegan al apretón final, en escenarios en los que no hay posibilidad de recuperación. Cuando un piloto llega a jugarse el campeonato del mundo en el último apretón, el listón de la tolerancia suele elevarse; hay numerosos ejemplos de pilotos que han recurrido a juegos y maniobras que han ido más allá de lo permisible para lograr el objetivo.

Lando Norris, McLaren, Oscar Piastri
Foto de: Sam Bloxham / LAT Images vía Getty Images
‘Cada piloto tiene sus propias aspiraciones’, explicó el director del equipo, Andrea Stella, ‘y éste es un principio fundamental que forma parte de nuestra manera de entender las carreras. Queremos proteger este concepto de ‘dejarles correr’, pero por supuesto sabemos que hay dificultades para adoptarlo. Esta conciencia es la base del desarrollo del nuestro; tenemos que ser minuciosos y tener integridad en nuestro planteamiento. Estoy muy orgulloso de la forma en que Lando y Oscar han participado en este proceso hasta ahora, han sido personas que han contribuido mucho, y por eso también hemos tenido éxito hasta ahora. Trabajaremos duro para que nuestro planteamiento funcione el resto de la temporada y en los años venideros.
La parte más difícil, la verdadera prueba de resistencia de este reglamento interno, llega ahora. En las próximas carreras podría haber episodios fuera del control del equipo que podrían afectar a la clasificación general, pero lo que todo el mundo espera es ver un sprint en el que Piastri y Norris luchen punto por punto, hasta la bandera a cuadros en Yas Marina. En términos de presión, cuanto más nos acerquemos al final de la temporada y más eléctrico se vuelva el ambiente, los pilotos empezarán a correr pensando en el resultado de la etapa, pero sobre todo en los puntos de la clasificación general, destinados a convertirse en el único objetivo real. En este escenario, la aplicación de las «reglas papaya» podría ser mucho menos sencilla de lo que se ha visto hasta ahora. Imaginar lo que se vio en la carrera de Monza (cuando Piastri obedeció las órdenes de equipo cediendo su posición a Norris) en un hipotético (pero posible) final en Abu Dhabi no es tan evidente.
Será un paso importante para la filosofía de las ‘reglas papaya’. ‘Tenemos que ser precisos porque hay mucho en juego’, explicó Stella. ‘No se trata sólo de los puntos del campeonato, sino también de la confianza de nuestros pilotos en nuestra forma de funcionar como equipo, y eso es aún más fundamental que los propios puntos. Depende de nosotros ser capaces de funcionar con toda la precisión que se requiere y todas las conversaciones que serán necesarias».
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