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mayo 21, 2025Más del 40% de las especies de abejas se encuentran en riesgo de extinción. Así lo ha advertido en diversas ocasiones el Centro para la Biodiversidad Biológica de Estados Unidos. Esta situación no solo compromete la supervivencia de estos insectos, sino que también amenaza la estabilidad de múltiples ecosistemas y la producción de alimentos esenciales para la humanidad.
Se calcula que cerca del 90% de las plantas con flores, así como más de tres cuartas partes de los cultivos fundamentales a nivel global, dependen de los polinizadores. Sin embargo, sus poblaciones han disminuido de forma alarmante en las últimas décadas, fenómeno que ha sido especialmente grave en las comunidades de abejas.
Las abejas son las principales polinizadoras del planeta.
Un estudio de la Universidad Estatal de Washington (WSU) estimó que, tan solo en Estados Unidos, las colonias comerciales de abejas melíferas —las más comunes a nivel mundial— podrían registrar este año una pérdida histórica de entre el 60 y 70%. Estas cifras superan ampliamente las de la última década, en la que las tasas de disminución oscilaban entre el 40 y 50%.
La comunidad científica advierte que el peligro es aún mayor para las especies silvestres, debido a los impactos que diversas actividades humanas generan en sus hábitats naturales. Una investigación publicada en la revista One Earth, en 2021, reveló que, entre 2006 y 2015, se documentó una reducción aproximada del 25% en el número de especies de abejas a nivel mundial en comparación con los registros de la década de los noventa.
Los especialistas coinciden en que identificar con precisión las causas de esta crisis es fundamental para implementar medidas de prevención y respuesta ante la rápida desaparición de estos polinizadores a nivel mundial.
Factores emergentes que amenazan la supervivencia de las abejas
Con este propósito fue elaborado el informe Bee:wild, parte de una campaña científica global enfocada en la protección de los polinizadores. La iniciativa, liderada por la Universidad de Reading, en Reino Unido, identifica las 12 amenazas emergentes más relevantes que podrían intensificar su declive en los próximos cinco a 15 años. Asimismo, detalla estrategias concretas para su preservación y recuperación.
El documento reafirma hallazgos previos como:
- La creciente demanda de minería metálica.
- La combinación de pesticidas utilizados en la agricultura.
- La falta de monitoreo regional de agrotóxicos.
- La contaminación lumínica.
- Contaminación por metales pesados (mercurio, cadmio).
- Incendios forestales.
Todos estos elementos deterioran el entorno natural de los polinizadores, alteran sus patrones de comportamiento y disminuyen su capacidad de reproducción y supervivencia.
Además, el reporte incorpora nuevos riesgos identificados recientemente, los cuales requieren mayor investigación por su potencial impacto en las abejas y otros polinizadores:
- Simplificación de cultivos como consecuencia de conflictos armados.
- Presencia de microplásticos en el medio ambiente.
- Reforestación mal planificada orientada a alcanzar emisiones netas cero.
- Contaminación por antibióticos.
- Polución atmosférica.
- Expansión de la agricultura en entornos controlados.
Simon Potts, profesor de la Universidad de Reading y autor principal del estudio, afirma que “detectar amenazas emergentes y encontrar métodos para proteger a los polinizadores desde etapas tempranas es clave para evitar pérdidas mayores. Si actuamos con rapidez, podemos mitigar los daños y permitir que estos insectos continúen desempeñando su papel vital en los ecosistemas y en la producción alimentaria”.
Apicultores de México se preparan para el Día Mundial de las Abejas, 20 de mayo.
Gerardo Vieyra/NurPhoto via Getty Images
Por su parte, Deepa Senapathi, directora del Departamento de Gestión Sostenible de Tierras de la misma universidad y coautora del informe, subraya que, aunque existen soluciones eficaces para crear espacios seguros para las abejas, muchas de ellas se implementan de forma aislada, ya sea por comunidades locales o industrias específicas. Recalcó la necesidad de acompañar estas iniciativas con políticas públicas que garanticen un enfoque integral para asegurar la conservación de los polinizadores.
“Debemos conservar, gestionar y mejorar nuestros hábitats naturales para brindar refugios seguros a estos insectos. Acciones personales, como ofrecer alimentos y sitios de anidación en jardines particulares, pueden ser de gran ayuda. Pero es esencial que estas iniciativas vayan de la mano con cambios estructurales y legislativos”, añadió.
¿Cómo salvar a las abejas de la extinción?
El informe propone diversas acciones para proteger a las abejas, pero resalta cinco medidas prioritarias frente a las amenazas emergentes:
- Establecer normativas más rigurosas sobre el uso de antibióticos tanto a nivel regional como internacional.
- Disminuir la dependencia de vehículos impulsados por combustibles fósiles.
- Rediseñar los cultivos agrícolas para incluir más fuentes de polen y néctar.
- Implementar tratamientos de control de plagas basados en ARN interferente (ARNi) para reducir el uso de pesticidas tradicionales.
- Desarrollar sistemas de conservación asistidos por inteligencia artificial para rastrear polinizadores, detectar plagas y mejorar las estrategias de protección.

Eva Kruse, directora ejecutiva de Bee:wild, enfatizó que, si bien ya se reconocía el declive de los polinizadores, el nuevo informe evidencia que el abanico de amenazas continúa ampliándose. “Lejos de desmoralizarnos, el objetivo es impulsar la conciencia colectiva, generar sentido de urgencia y empoderar a todos. La situación se vuelve cada vez más crítica para nuestros polinizadores, pero cada persona puede contribuir a su protección y a la construcción de un futuro sostenible para toda forma de vida”.
En consonancia, Potts concluye que “los polinizadores son esenciales para nuestros sistemas de alimentación, la adaptación climática y la estabilidad económica. Protegerlos es, en última instancia, proteger nuestro propio futuro”.