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mayo 25, 2025Haití, ese pequeño país isleño enclavado en el mar Caribe, con numerosas crisis políticas, económicas y sociales, derivadas, en gran medida, de su degradación ambiental, no siempre fue así. Hace apenas 50 años, el país estaba cubierto de tupidos bosques, ríos, manantiales y toda clase de especies de flora y fauna, pero la explotación descontrolada de sus recursos durante el siglo pasado resultó en una degradación ambiental que, a la fecha, coloca al país dentro de los 10 más frágiles del mundo, con una deforestación del 90% y la mayor prevalencia de inseguridad alimentaria de la región del Caribe. Su vecino, la República Dominicana, está lejos de este escenario de crisis, ¿por qué?
“Es un ejemplo de lo que podemos esperar en el futuro. Haití cruzó los puntos de inflexión, se acabaron sus recursos y, con ello, inició un proceso de deterioro ambiental que ha llevado al país al colapso,” explica en entrevista el doctor Enrique Martínez Meyer, del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En términos ambientales, los puntos de inflexión, o tipping points, son puntos de no retorno, cuando una perturbación genera un proceso irreversible en el sistema climático o biológico. Para Martínez Meyer, los próximos años serán definitorios de lo que pueda pasar en las siguientes décadas, porque, como planeta, estamos acercándonos a varios puntos de inflexión, como son el derretimiento de las capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida Occidental, y del permafrost boreal aunado a la liberación de CO2 y metano; el debilitamiento de la Corriente Circular del Atlántico (AMOC, por su nombre en inglés); la conversión de la selva del Amazonas en sabana y la acidificación de los océanos, con la consecuente muerte de los arrecifes de coral de baja latitud.
Puerto Príncipe, Haití, después de una inundación en junio de 2023.
Guerinault Louis/Anadolu Agency via Getty Images
En varios lugares del mundo ya se han brincado puntos de inflexión, como en la biodiversidad, en el agua dulce o en el cambio de uso del suelo, pero como el rebase aún no ocurre a nivel global, no están desestabilizando el funcionamiento del planeta; sin embargo, si no atendemos lo que sugiere la evidencia científica desde hace 30 años, iremos en una “trayectoria terrorífica”.
“Estamos en un punto de transformaciones que cambien la trayectoria de las cosas. No sabemos para dónde podríamos ir, pero sabemos que no es a ningún lugar feliz”, señala el especialista.
México, por ejemplo, está muy por encima del valor climatológico global de 2024, que fue de 1.40°C por encima del periodo de referencia 1900-1930 (o 1.6°C respecto al promedio estimado entre 1850 y 1900). En el país, el rebase fue de 1.79ºC. Según estimaciones del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAYCC) de la UNAM, en un escenario hipotético donde se cumplieran estrictamente los compromisos expresados en las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), la temperatura anual promedio en México podría alcanzar, para fin de siglo, los 3 °C.
La economía circular ha demostrado ser un método insuficiente para reducir la contaminación por plásticos de un solo uso, argumenta la activista Larisa de Orbe, presidenta de la Academia Mexicana de Derecho Ambiental.
“¿Tú ves que México ha cambiado? No, seguimos funcionando, pero va a haber más crisis y conflictos sociales. Por ejemplo, asociados al agua, porque aunque llueva, si hace más calor, se evapora más rápido, por lo que, en el balance hídrico, vamos perdiendo. No reducir la tasa de deforestación puede provocar conflictos por la tierra y, en términos de pérdida de biodiversidad, vamos a perder muchos elementos de identidad, por ejemplo, especies que nos representan, como el jaguar. Vamos a empezar a tener mayores necesidades no cubiertas de servicios básicos como el agua, salud, alimentación, y ya vimos que a mayor degradación ambiental, mayores crisis sociales”, sentenció el también integrante del Laboratorio Nacional CONAHCyT de la Biología del Cambio Climático.
El tiempo se agota
El Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) alerta que, en escenarios de altas y muy altas emisiones contaminantes, el calentamiento global alcanzaría los 4.4° C para el periodo 2080-2100, con respecto al período preindustrial (periodo promedio de temperatura entre 1850 y 1900), un escenario extremo de más del doble del límite de 1.5°C que establecía el Acuerdo de París en el 2015 para mantener al planeta en un espacio seguro.
Por ello, lo prioritario a resolver es la curva de crecimiento del calentamiento. Para Martínez Meyer y el resto de la comunidad científica mundial, está totalmente demostrado que el aumento de la temperatura se debe a la concentración de gases de efecto invernadero (GEI), derivados de la generación de energía y la deforestación. Estos son los dos grandes elementos que están incrementando las emisiones, pero el mundo parece ir en sentido contrario.
Sequía afecta al lago Titicaca, septiembre de 2023.
AIZAR RALDES/AFP via Getty Images
“Estamos en una coyuntura política, con una visión del mundo radicalmente diferente a la que se había tratado de inculcar a nivel planetario hace años, que resaltaba que los recursos no son infinitos y donde cada nación debía hacer su parte para reducir las emisiones. Incluso Estados Unidos, aunque nunca firmó el Acuerdo de París, siempre fue de los países vanguardistas para las energías alternativas y para hacer cambios a nivel subnacional”, comentó el experto.
Ese cambio de visión del mundo, que lleva generaciones, está en retroceso, y el gran problema ahora es el tiempo, que ya no tenemos. “Nuestra ventana de tiempo se cerró muchísimo, porque no hemos logrado tener las acciones necesarias para hacer esos cambios transformacionales”.
Los recursos del planeta tienen límites
Uno de los mejores aprendizajes en este cambio de visión del mundo fue el de que los recursos naturales no son infinitos, tienen sus límites y se agotan. Para calcular su deterioro, la metodología y estructura propuesta en el 2009 por un grupo de investigadores del Centro de Resiliencia de Estocolmo (Stockholm Resilience Centre, SRC) fue esencial: los famosos límites planetarios.
Estos límites están mundialmente aceptados porque tienen un respaldo científico robusto y una aplicabilidad clara y medible para saber qué procesos no deberíamos rebasar para que la humanidad se mantenga en un espacio seguro de operación.
Se han cruzado seis límites planetarios y dos más se acercan a la transgresión.
X/@sthlmresilience
“La gran contribución de los límites planetarios es que son un marco de referencia cuantitativo, son indicadores que se pueden medir para saber cómo va avanzando el impacto de las actividades humanas en los nueve procesos o elementos que dan la estabilidad y dinámica al planeta tal como lo conocemos. Son su pulso vital”, indica Martínez Meyer.
De los nueve elementos definidos, ya rebasamos seis y, de acuerdo con un informe del SRC en 2023, “la Tierra se encuentra fuera del espacio operativo seguro para la humanidad en cuanto al cambio climático, la integridad de la biodiversidad, la deforestación, los cambios de usos del suelo, la alteración de los ciclos del nitrógeno y fósforo por el uso indiscriminado de fertilizantes, y el exceso de energía acumulada”. Además, ciertas partículas químicas, como los microplásticos, representan una nueva amenaza.
“Sí, ya rebasamos seis de los nueve límites planetarios, ya rebasamos la ‘zona segura’, sin embargo, no hemos llegado a un punto de inflexión. Aunque hay dos elementos que están muy rebasados y donde hay que poner más atención: el clima y la biodiversidad. Ambos dan estructura y funcionalidad al planeta; nosotros, como humanidad, simplemente no podemos existir si no existe la biodiversidad”, dice Martínez Meyer.
“Otra gran contribución de esta propuesta es la socialización del método. Muchas investigaciones y grupos de científicos se han orientado a medir estos límites a nivel local o regional. Por ejemplo, en la primera propuesta había elementos que tenían un signo de interrogación porque no había datos, pero ahora sabemos que estamos en 420 megatones de carbono en la atmósfera, cuando hace 150 años estábamos en 200″, añade el experto en biogeografía de la conservación. «La medición te da una perspectiva de la magnitud de las cosas”.
El Gran Bosque de Agua, en el centro de México, enfrenta múltiples amenazas, desde los efectos del cambio climático a las actividades del crimen organizado. Si el Estado no aborda esta problemática con seriedad, millones de personas podrían verse afectadas.
A partir de los estudios regionales, sabemos que en México estamos en un área de operación segura en el contexto de los límites planetarios. “En México sigue funcionando la parte del planeta que nos corresponde de una manera en la que todavía tenemos provisión de servicios ecosistémicos, porque sigue teniendo esa capacidad de resiliencia. Los impactos en muchas zonas están muy fuertes, pero todavía es recuperable, no hemos llegado a los puntos de inflexión; sin embargo, hay que tomar cartas en el asunto”, comenta Martínez Meyer.
Jalar hacia el mismo lado
Para el experto, la decisión más relevante apunta hacia las políticas públicas porque pueden acelerar los procesos de cambio. No obstante, en la sociedad también recae gran parte de la responsabilidad, la cual inicia con estar informados para reaccionar y protegernos y, organizarnos bajo un objetivo común.
“Todas las acciones cuentan, pero las acciones que más impacto pueden tener son las colectivas, porque están las leyes. Entonces, el mayor efecto e impacto viene de la organización social para defender, exigir y comunicar”, concluye el investigador.