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abril 23, 2025Si se trasladara a una concepción bíblica sería como una Torre de Babel. Un proyecto ambicioso, que llevó muchos años, esfuerzos (y en este caso, dinero) y quedó inconcluso. Pero no está en el libro del Génesis, está en el conurbano y es la Autopista Presidente Perón. Una obra vial que resulta interminable, que se anuncia, promete, presupuesta y hasta se “inaugura” de a tramos, pero nunca se termina.
Es una vía de tránsito que se transformaría en un anillo que bordea el Conurbano. Sería el tercer círculo después de la General Paz y la Ruta 4, o “Camino de Cintura”. Tiene como punto inicial en el cruce entre el Camino del Buen Ayre y el Acceso Oeste (ruta 7), en Ituzaingó, y termina en la zona de El Pato, en un empalme con la Autovía 2, en el partido del Berazategui al sur del conurbano.
Pero, a 15 años del inicio de los trabajos, luego de que pasaran cuatro Presidentes por la Rosada y tres gobernadores por La Plata, la obra está al 63%: aparecen habilitados 52 de los 83 kilómetros de la proyección inicial. El último tramo –de 10 km- se inauguró en diciembre de 2023.
Y después, todo se paralizó. Los obradores suspendieron sus tareas. Las máquinas se detuvieron. Y la Autopista “Presidente Perón” quedó en un limbo.
El recorrido vial comienza en el Camino del Buen Ayre y atraviesa 12 distritos del área metropolitana. Si alguna vez se concreta, un automovilista podrá salir de San Isidro y pasar por General San Martín, Tres de Febrero, Hurlingham, Ituzaingó, Merlo, La Matanza, Ezeiza, San Vicente, Presidente Perón, Florencio Varela y desembarcar en Berazategui.

Permitirá agilizar la salida desde los parques industriales que se asientan a lo largo de su recorrido y facilitará el acceso al puerto de La Plata y a los aeropuertos de Morón y Ezeiza. También el de El Palomar, si se reactiva alguna vez para vuelos comerciales.
Una historia de más de 15 años
La breve historia de esta ilusión arranca en 2010, cuando comenzaron los primeros movimientos de tierra. Hasta el año 2015, la obra mostró un grado de avance estimado del 23%. Los trabajos en los tramos I, II y III (entre Camino del Buen Ayre, hasta la ruta 53, en Florencio Varela) nunca se paralizaron pero mantuvieron largos períodos con mínimo de actividad.

En septiembre de 2019, tanto el I como el II fueron ralentizados y retomaron su ritmo normal en mayo de 2020 (cuando las restricciones de la pandemia lo permitieron). Según explicó en su momento el ex ministro de Infraestructura de Nación, Gabriel Katopodis, el avance de las obras fue lento debido a dificultades vinculadas a los procesos de expropiación de 3.900 terrenos, ya que se construyen a través de campos o zonas urbanizadas donde no había una traza previa ni calles. Esto implica la remoción de tierras, la realización de obras hidráulicas, rampas y vinculaciones, reuniones con los pobladores que residen en el territorio, entre otros inconvenientes.
Pero ahora hay una decisión política: el Presiente Javier Milei decidió suspender la obra pública. Y la Presidente Perón quedó atrapada en esta lógica de la “motosierra”.
En los planos de ingenieros y sobre los 52 kilómetros habilitados hay una autopista semiurbana, con dos carriles por sentido de 3,65 m cada uno, banquinas, colectoras, distribuidores, pasos a nivel, iluminación, señalización horizontal y vertical, y la construcción de 35 puentes sobre cauces y calles internas.

El corredor impacta sobre 12 millones de personas que viven o usan la vía en esa zona del Gran Buenos Aires. El balance ahora paralizado determina que “21 km están en ejecución y 10 km a reactivar”. Nada de eso ocurrió hasta ahora.
El primer tramo cuenta con 25,6 km, entre la Autopista Camino del Buen Ayre y el Arroyo Morales (tiene ejecutado el 85%); el segundo, de 28,4 km, se ubica entre el Barrio 20 de Junio y la intersección con la RP 58; el tercero se extiende sobre 18,7 km, entre la intersección de la RP 58 y la RP 53; y el cuarto representa 10 km, entre la RP 53 y la Autovía Ruta Provincial 2, que están en proceso de reactivación (judicializado).
Pero al mismo tiempo hay tramos terminados en los que, al no estar construidos los enlaces, no tienen uso ni mantenimiento y se deterioran.

La Autopista Presidente Perón podría reestructurar de la Red Vial Metropolitana de Buenos Aires porque conectará con todos los accesos a la Ciudad de Buenos Aires, se cruzaría en su inicio con la AU Panamericana (RN 9); con el Acceso Oeste (RN 7); con la Autopista Ezeiza – Cañuelas (RN 3 continuación de Ricchieri); con las RP 58 (que vincula la AU Ezeiza – Cañuelas con los barrios de Canning y Ezeiza) y la RP 53; y con la Autovía RP 2.
También permitiría agilizar la salida desde los parques industriales que se asientan a lo largo de su recorrido y facilitará el acceso al puerto de La Plata y a los aeropuertos de Morón, El Palomar y Ezeiza. Sería, también una alternativa de conexión entre el norte y sur de la Provincia.
“Se podría terminar en 12 meses. Hemos pedido al Gobierno Nacional que nos dejen intervenir. No hemos obtenido respuesta”, dijeron a Clarín en el ministerio de Infraestructura bonaerense, a cargo de Katopodis quien ocupó hasta 2023 esa función en Nación.

“Si no la quieren hacer, que nos la pasen”, pidió Axel Kicillof, hace un año en un acto en la zona sur del GBA. No hubo respuesta hasta ahora. En la gobernación argumentan que “los fondos que recauda Nación en el impuesto a los combustibles que deben ir a obras públicas se esfumaron”.
La paralización, que lleva más de 15 meses, también acarrea otras complicaciones. Comienzan a abrirse baches –por falta de mantenimiento- y nadie se encarga de controlar los pastizales a los costados del asfalto.
No sólo eso: en Merlo, en un tramo de la traza abandonada, el espacio por donde debía pasar la autovía fue ocupado por familias de la zona. Según denuncian desde el gremio de Vialidad Nacional (a cargo del proyecto desde el comienzo) se trata de parcelas que ya habían sido expropiadas y pagadas por el Estado a sus dueños.
SC