Por muchos papeles que haga en su vida, Andrew Lincoln será eternamente conocido como el superviviente de The Walking Dead y el motor principal de la franquicia, al menos durante sus primeros años. Sin embargo, el actor de 51 años lleva trabajando desde los 14, cuando hizo su primer papel en teatro (Oliver!). Siete años después debutó en televisión, en la sitcom (que no llegó a España) Drop the dead donkey. Había empezado su carrera británica, pero solo tenía un pequeño problema para triunfar: el nombre.
De hobbit a mata-zombies
Resulta que Andrew Lincoln decidió cambiarse el nombre artístico cuando su primer agente le dijo que su nombre real sonaba como el de un hobbit: Andrew Clutterbuck. Viendo la complejidad de algunos apellidos británicos es un consejo confuso, pero el cambio de identidad le vino bien para salvaguardar su privacidad, puesto que en ningún sitio oficial se ha cambiado el nombre: en su tarjeta de identidad, su carnet de conducir y hasta su tarjeta de crédito continúa el apellido «Clutterbuck».
Aunque estés pensando que era un desconocido antes de The Walking Dead, lo cierto es que ya le habías visto antes, aunque rodeado de estrellas, en Love Actually. Sí, él era el tipo que intentaba ganarse a la mujer de su mejor amigo poniendo un villancico y sosteniendo tarjetas explicando su amor hacia Keira Knightley. Tardó siete años más en dar el salto como Rick Grimes, y su carrera ya no ha vuelto a ser la misma.
Hay que decir que después de su último papel en The Walking Dead: The Ones Who Live (que también co-creó), ya ha declarado que no tiene pensamientos de volver a la franquicia en absoluto. Que ya le va bien así, vaya. De momento, ha vuelto a la televisión británica rodando la serie Cold Water. Y no, no quiere ni volver a oír hablar de muertos vivientes. Con razón.