
Puede que hubiera alguno antes (a la fuerza, sobre todo entre la gran cantidad de películas cortas que se rodaron en los primeros años del cine mudo), pero Nanook el esquimal se considera, sin duda, el primer documental de la historia. Y, con ello, el primer documental de naturaleza, por mucho que la gran mayoría de lo que viéramos en pantalla estuviera siendo ficcionado. Con los años, los directores llegaron a una especie de acuerdo irrompible: no se podía modificar la naturaleza bajo ningún concepto. Bueno… ¿Bajo ninguno?
La marcha de los pingüinos
Estamos en noviembre de 2018. Un equipo de la BBC ha ido hasta el Polo Norte para rodar el segundo episodio de Dynasties, un documental que se centraría en las especies en peligro de extinción. Todo iba bien hasta que estalló una terrible tormenta, y se fijaron en un grupo de pingüinos emperadores atrapados en un barranco, lejos de los suyos, directos a una muerte segura. No deberían interferir con la naturaleza, claro, pero… ¿Acaso iban a dejar que se muriesen?
El cámara empezó a llorar mientras rodaba a las madres, tratando de salvar a sus crías a 50 grados bajo cero, sin poder subir las paredes heladas sin arriesgar la vida de sus pequeños. Preferían morir antes que dejar a sus bebés atrás. Entonces, cuando pasó la tormenta, el equipo se acercó al lugar de los hechos y construyó una rampa que podrían utilizar a partir de ese momento para subir sin necesidad de trepar. Una intervención pasiva, vaya.
Obviamente, los pingüinos decidieron utilizarla y, por mucho que los puristas se pudieran enfadar, todos se sintieron satisfechos. El propio David Attenborough, que narraba la serie y está en contra de alterar en absoluto la naturaleza, afirmó que podrían salvar algunos animales simplemente escarbando unos escalones en el hielo. Al fin y al cabo, ¿cómo iban a estar tranquilos sabiendo que estaban muriendo y podían haberles salvado fácilmente?





