
Sexo, drogas y ultraviolencia. Cuando La naranja mecánica se estrenó en 1971 desató una fuerte polémica que llevó a la censura en algunos países y al estreno limitado en otros, pero eso no evitó que recibiera cuatro premios Oscar -incluyendo el de Mejor película- y que, a día de hoy, permanezca preservada en el Registro Nacional de Cine estadounidense por ser «cultural, histórica o estéticamente significante».
La naranja mecánica ofreció al público una visión pesimista sobre un futuro cercano, casi inminente, en el que la violencia, el consumo de sustancias o el sexo regirían las vidas de una juventud sin propósito. El proceso de crear una cinta mítica del cine es igualmente icónico y Fatty Martin lo repasa en esta nueva pieza de No es como las demás.
Inspirada en una novela de Anthony Burgess publicada en 1962, La naranja mecánica sufrió todo tipo de críticas desde su publicación, por lo que Kubrick sabía a lo que se estaba enfrentando. Por suerte, contaba con el beneplácito del propio Anthony, quien vio la adaptación y le pareció una película brillante. Eso sí, le condenó a tener que responder preguntas acerca del largometraje de por vida.
El mensaje detrás del título
La cinta de Kubrick está cargada de mensajes ya desde el título. ¿Te has preguntado alguna vez de dónde viene el concepto ‘La naranja mecánica’? Todo apunta a que viene de la expresión «As queer as a clockwork orange», la cual se dice que Anthony Burgess escuchó en un bar. Esta expresión se usaba para hacer referencia a algo extremadamente raro, o a algo que parece una cosa en su superficie, pero esconde algo oscuro. Tanto en la peli como en el libro, viene a hablarnos de la contraposición entre algo natural, la naranja, y lo artificial, su mecanismo. El intento del Estado de convertir a un ser humano natural y con libre albedrío en un ser mecánico y programado.
Aunque estamos ante una adaptación bastante fiel, hay una diferencia crucial entre ambos formatos: el final. Mientras Burgess quiso terminar la historia con un capítulo esperanzador, el cineasta prefirió darle a Alex una existencia más oscura. El director consideraba que un Alex muy cambiado resultaba poco convincente e incoherente con la visión pesimista de la naturaleza humana, y que esta no puede cambiar por la fuerza.
Un rodaje terminado en solo seis meses
Cuando Kubrick comenzó a rodar La naranja mecánica venía de terminar 2001: una odisea del espacio, una cinta cuyo presupuesto se había disparado de manera incontrolable. El director tenía ganas de demostrar que podía ser organizado y terminar dentro de la inversión inicial, así que tan solo tardó seis meses en terminar la filmación. Logró quedarse en 1,3 millones de dólares, una cifra que no está nada mal para la época pero que es muy inferior a los 12 millones que había gastado en su proyecto previo.
Malcolm McDowell aportó varias ideas clave al personaje. Fue él quien dio pie al uso de la canción Singing in the Rain en la impactante escena del asalto a la casa del escritor. La ocurrencia surgió después de varios días de preparación del rodaje. En medio de la espera, Stanley Kubrick le preguntó al actor: «¿Sabes bailar?». McDowell, sin dudarlo, se levantó y empezó a improvisar la canción de Gene Kelly, combinando versos con golpes y patadas. A Kubrick le fascinó tanto que detuvo el rodaje y salió inmediatamente a gestionar los derechos de la canción.
Esta elección traería problemas al actor más adelante, cuando se encontró con Gene Kelly en una fiesta y éste se dio la vuelta. Diez años más tarde la viuda de Kelly le contó lo que había pasado.
Esta mujer se me acercó y me dijo: ‘soy la viuda de Gene y Gene no estaba enfadado contigo, Malc’. Y dije: ‘¿en serio? ¿Y con quién estaba enfadado?’. Y ella me dijo que estaba realmente enfadado con Stanley Kubrick porque no le había pagado
Otra escena icónica es en la que Alex y sus chicos dan una paliza a un hombre sin hogar. Es una escena muy potente, y que establece el estándar de violencia en el que la cinta se va a mover. Pero lo que sorprende es saber que, en realidad, la tuvieron que improvisar por el camino. El primer acto de ultraviolencia de la película iba a ser una secuencia en la que la banda atacaba a un hombre que salía de la biblioteca con un montón de libros valiosos. El problema vino cuando el actor que interpretaba a la víctima no pudo participar en el rodaje de otra secuencia del tercer acto de la película, en la que se vengaba de Alex tras su tratamiento. Por lo que se vieron obligados a replantear la escena inicial y a pensar en algo nuevo: y así surgió la icónica escena que todos conocemos.
Nadie duda del impresionante trabajo de Kubrick tras las cámaras, pero La naranja mecánica también es fruto de una lista de aciertos que llegaron, en ocasiones, de la manera más inesperada.