Al igual que existe eso que algunos llaman «placeres culpables» (aunque no debamos existir ningún tipo de culpabilidad) en referencia a películas o series que sabemos que no son precisamente obras maestras pero que tienen la capacidad de proporcionarnos entretenimiento y disfrute, tampoco podemos negar que hay películas que, por una u otra razón, se nos acaban atravesando y a las que nunca llegamos a dar una oportunidad.
A menudo ocurre con las películas que se estrenaron hace años y nos pillaron muy jóvenes o directamente sin haber nacido cuando vivieron su momento de gloria y que finalmente dejamos que se nos queden en el tintero de forma consciente, pero también nos pasa que determinado filme, por mucho que lo avalen grandes críticas o el cariño generalizado, sencillamente no nos interesa.
Cada persona tiene sus películas a las que, de forma absolutamente consciente, no piensa dar una oportunidad, y precisamente el otro día me cruzaba con un vídeo de Sandra Miret en TikTok en el que enumeraba algunas de las películas que, por diversas razones, tiene claro que no quiere ver.
Una de las mencionadas por Sandra Miret en su lista también encabeza la mía propia: El último tango en París, la película de 1972 dirigida por Bernardo Bertolucci.
El filme, protagonizado por Marlon Brando y Maria Schneider, es un drama erótico franco-italiano que en su momento ya generó controversia por la forma en que mostraba la violencia sexual de forma explícita, pero que, con el paso de algunos años, cuando se conocieron los infames pormenores tras el rodaje de su más controvertida escena, sería objeto de una polémica aún mayor.
En El último tango en París Marlon Brando interpreta a Paul, un hombre desesperado tras el suicidio de su esposa que comienza una intensa relación íntima en una habitación de hotel parisina con Jeanne (Schneider), una veinteañera con la que establece una norma: sus vidas personales deben quedar fuera de las paredes de la habitación en la que se producen sus encuentros sexuales. Sin embargo, la situación se acaba volviendo insostenible.
La película no sería estrenada en España hasta 1978, tras el final de la dictadura, y fue objeto de altas calificaciones por edades en distintos países, llegando a ser considerada X en Estados Unidos antes de acabar siendo no recomendada para menores de 18 años. Aún así, el filme acabó siendo uno de los más taquilleros de 1973 y recibiendo dos nominaciones al Oscar -una a Mejor director para Bertolucci y otra a Mejor actor para Marlon Brando- entre otros premios, y acabaría siendo considerada una obra de culto.
Sin embargo, aunque El último tango en París se considera una de las mejores películas de Marlon Brando, lo cierto es que su existencia se ve oscurecida por una historia detrás de las cámaras de lo más desagradable que arruinó la vida y carrera de su protagonista, Maria Schneider, tal y como contó ella misma. En el año 2007, la actriz, fallecida en 2011, explicó que «se sentió violada por Brando» rodando la famosa secuencia de la mantequilla en la que su personaje es violado por el del actor usando mantequilla como lubricante.
Muchos años después de la película, la intérprete denunció que el rodaje de la escena no había sido pactado ni estaba en guion, sino que Brando había pactado con Bertolucci llevarlo a cabo con el desconocimiento de Maria para obtener un mayor realismo. «Marlon me dijo: ‘Maria, no te preocupes, es solo una película’. Pero durante la escena, pese a que lo que Marlon estaba haciendo no era real, yo estaba llorando lágrimas reales… Me sentí humillada, si soy honesta. Me sentí un poco violada por ambos. Después de esa escena, Marlon no me consoló o se disculpó. Menos mal que solo fue una toma», declaró a Daily Mail.
Bertolucci clarifica sus comentarios sobre la escena de ‘El último tango en París’ tras la polémica
En 2011, Bertolucci confesó que el relato de la actriz era cierto: «No quería que Maria actuara su humillación y su rabia; quería que Maria sufriera la rabia y la humillación. Y ella me odió para toda la vida». Sin embargo, el director matizó sus palabras en 2016: «Hace muchos años en el Cinemathéque Francaise, alguien me preguntó por los detalles de la famosa ‘escena de la mantequilla’. Y especifiqué, pero quizá no fui claro, que decidí con Marlon Brando no informarle a Maria de que se usaría mantequilla… Queríamos que su reacción ante el uso poco habitual de la mantequilla fuese espontánea. Alguien pensó, y sigue pensando, que Maria no fue informada de la violencia en la escena. ¡Eso es falso! Ella sabía todo porque había leído el guion, donde estaba todo descrito. La única novedad era la idea de la mantequilla. […] Supe años después que había ofendido a Maria. No por la violencia de la que fue objeto en la escena porque estaba escrita en el guion», aseguró el director Bertolucci.
Las explicaciones de Bertolucci no justifican la escena. Una secuencia que tiene un significado mucho mayor que ser una escena más de la película y que hizo sentir humillada y marcó para siempre a la intérprete. Una escena que, sinceramente, no me interesa ver y que tampoco podría observar sin acordarme de que lo que el personaje de Schneider está sintiendo en ese momento es absolutamente real. Por mucho valor artístico que tenga la película.