En el momento de mayor auge de The Walking Dead, cuando aún tenía prestigio crítico y el apoyo de la gran mayoría del público, los creadores de la serie decidieron que era el mejor momento para contar todos los recovecos y misterios que las temporadas dejaban por el camino. Así llegaron a nacer hasta cuatro miniseries hechas solo para Internet que nadie recuerda, en donde se exploraban cosas como el origen del machete rojo de Rick, cómo se escribieron las palabras «Don’t open, dead inside» del primer episodio, las desventuras de un hombre que encontraba refugio en un almacén propiedad , claro, de Rick, y la historia de la niña zombi que nuestro héroe mata en el primer episodio para coger su bici. Apasionante, ¿eh?
The Walking Camera
Pues hasta este punto fue popular The Walking Dead: los fans querían saber más y más siempre, en todo momento, sin parar… Y acabó explotándoles en las manos, porque ahora cualquiera que quiera verlo todo tiene un marrón importante, con unos 350 episodios que ver a lo largo de 27 temporadas de distintas series (y lo que queda). Eso sí, ninguno llegará nunca al nivel emocional de sus primeros momentos.
Pongamos por ejemplo la reunión de Rick con su familia en el episodio 3. Un momento emocionante, mítico, estupendo… Y que contaba con un invitado inesperado. A la izquierda, detrás del coche, podemos ver a un miembro del reparto grabando sin que nadie parezca darse cuenta de su existencia. Bueno, ¿qué pasa? ¿No hay cámaras en el apocalipsis zombie?

AMC
Han pasado ya 15 años desde el inicio de The Walking Dead (sí, ya lo sé, bienvenidos a la vejez) y la franquicia no parece que tenga todavía ganas de terminar, ¡para una que va bien en la televisión tradicional, no van a fastidiarla! Se han tomado a pecho lo de ser «una serie zombie».