Paul Verhoeven se había hecho un nombre en los años 80 y 90 sobre todo con sus icónicas películas de ciencia ficción y acción como RoboCop y Desafío total. Mientras estas trataban sobre las utopías de una sociedad marcada por la violencia en el futuro, el director neerlandés se dedicó con Instinto básico por primera vez al género del thriller erótico. Y fue un éxito rotundo.
Tras el brutal asesinato del músico Johnny Boz (Bill Cable), la principal sospechosa se establece rápidamente. La novia de Johnny -la famosa escritora Catherine Tramell (Sharon Stone)- había descrito con exactitud en su última novela el asesinato de una estrella de rock con un picahielos. Además, fue ella la última persona vista con Johnny.
Aún así, los detectives Nick Curran (Michael Douglas) y Gus Moran (George Dzundza), del Departamento de Policía de San Francisco, no consiguen reunir pruebas suficientes. Pero en especial Nick no se da por vencido y acaba cada vez más atrapado en las redes de la manipuladora autora, que sabe usar tanto su agudo intelecto como sus encantos femeninos.
El perverso juego de la protagonista con el detective Nick y los giros inesperados mantienen al espectador en tensión constante. Que el nuevo personaje en la novela en la que trabaja la escritora esté basado precisamente en Nick hace que todo estalle definitivamente.
El duelo entre los protagonistas es también un festín interpretativo de dos pesos pesados de Hollywood en el apogeo de sus carreras. Michael Douglas encarna al típico hombre duro exalcohólico. Poco a poco, es desmantelado psicológicamente por la aparentemente invencible Sharon Stone en su papel de femme fatale.
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No obstante, el personaje de Stone está lejos de ser psicológicamente estable tras su fachada perfecta. Esto se evidencia también en la disfuncional relación con su amiga Roxy (Leilani Sarelle). Esta ambivalencia hace que el espectador nunca tenga certeza de quién saldrá vencedor en esta destructiva lucha.
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