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mayo 21, 2025En el corazón de Santiago Ixcuintla, Nayarit, la reserva natural La Papalota es un modelo de conservación que combina tecnología, educación y colaboración comunitaria para proteger al jaguar y otras especies emblemáticas de la zona. Con 368 hectáreas de manglares, este santuario alberga a jaguares como Nacho, Ron, Flor y su cría, además de ocelotes, venados, jabalíes y la chara sinaloense, un ave endémica de la región.
A inicios del siglo XXI, un descubrimiento inesperado sacudió a los habitantes de Santiago Ixcuintla, Nayarit. La familia Vallarta Chan, dueña de la Finca La Papalota, reportó huellas de jaguar (Panthera onca) en sus tierras, un hallazgo sorprendente dado que este superdepredador, típico del sureste mexicano, rara vez se avistaba en las zonas montañosas del centro-occidente del país. Este evento marcó el inicio de un proyecto de conservación que hoy es referente en México.
Hablamos con Pati Ruiz Corzo, una antigua maestra de música que dejó su vida cómoda en la ciudad para convertirse en una activista enamorada de la sierra queretana, referente nacional e internacional que ha logrado influir en las políticas públicas del Estado de Querétaro, gracias a su protocolo local de captura de carbono.
Consciente de la relevancia del descubrimiento, la familia Vallarta Chan actuó con rapidez y compromiso. En 2008, transformaron las 368 hectáreas de La Papalota en un Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (ADVC), un modelo que protege ecosistemas bajo regulación federal. Desde entonces, en colaboración con Pronatura Noroeste, se han implementado estrategias innovadoras para garantizar la supervivencia del jaguar en este santuario de manglares.
“En nuestra región, los jaguares suelen pasar desapercibidos en las investigaciones, que se centran en el sur de México. Desde que los descubrimos, hemos trabajado para monitorearlos con cámaras trampa, aunque siempre necesitamos más recursos”, explica Marah Casillas, responsable de Comunicación de la reserva.
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El monitoreo de los jaguares se realiza con tecnología de punta, como collares GPS que rastrean sus movimientos sin causarles daño. En los últimos cinco años, se han equipado con estos dispositivos a varios ejemplares machos y hembras, generando datos cruciales sobre sus patrones de comportamiento. Los registros confirman la presencia estable de al menos cuatro jaguares adultos en La Papalota, con tres embarazos documentados, lo que evidencia un hábitat saludable para la reproducción de la especie.
Desde 2008, La Papalota cuenta con la certificación como Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (ADVC), un esquema mexicano que permite a predios privados con valor ambiental contribuir a la preservación bajo regulación federal.
Sin embargo, no fue hasta 2013 que una fotografía reveló la presencia de jaguares, desencadenando un esfuerzo continuo por su protección.
Hay cuatro especies de tapir, todas tienen un alto grado de amenaza según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En las últimas tres décadas su población se redujo a la mitad.
En 2025, gracias al programa Renacer de los Ecosistemas de Ectagono y el respaldo de BBVA México, La Papalota ha dado un salto significativo. La inversión permitió rehabilitar más de 5 mil metros de senderos afectados por lluvias y aumentar de 16 a 31 el número de cámaras trampa en los próximos seis meses.
“Estas cámaras son esenciales para monitorear a jaguares nocturnos como Flor y su cría, o Nacho y Ron, cuya coexistencia en el mismo territorio es un fenómeno científicamente raro”, detalla Casillas.
La reserva no solo enfrenta retos tecnológicos, sino también sociales. En Santiago Ixcuintla, los jaguares ocasionalmente cazan ganado, lo que genera conflictos con los ganaderos. Para abordarlo, La Papalota impulsa reuniones informativas y promueve el “Seguro ganadero por ataque de depredadores” de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG). “Buscamos transformar el conflicto en colaboración, fomentando el respeto por la fauna”, subraya Casillas. Además, el apoyo de BBVA México y Ectagono facilita talleres en escuelas y la creación de materiales impresos para comunidades con acceso limitado a internet.
Además de los collares, el proyecto emplea cámaras trampa para un seguimiento no invasivo y promueve la reforestación de manglares para fortalecer el ecosistema. La iniciativa trasciende los límites de la finca, gracias a alianzas con la Universidad Autónoma de Nayarit, la Reserva de la Biósfera Marismas Nacionales, Jaguares Sin Protección, Primero Conservation y la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar. Estas colaboraciones han consolidado un enfoque integral que combina ciencia, educación y participación comunitaria.
Se trata del Laboratorio de Genómica de Conservación y Biobanco de Tejidos y Germoplasma más grande del país, espacio que conserva material genético ante futuras amenazas a la biodiversidad.
El trabajo en La Papalota no solo protege a una especie emblemática, sino que honra una herencia cultural. Hace más de 2,000 años, el jaguar era venerado por civilizaciones como los olmecas y los mayas. Hoy, este esfuerzo demuestra que la conservación del jaguar es una responsabilidad compartida, un puente entre el México ancestral y el moderno. Con cada paso de estos felinos en la selva nayarita, La Papalota reafirma la esperanza de preservar la biodiversidad para las futuras generaciones.