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mayo 22, 2025Algunas especies de colibríes están adaptándose a la vida urbana y comienzan a experimentar cambios evolutivos en su anatomía, influenciados por la proliferación de bebederos artificiales. Para algunos biólogos, es posible que estas aves estén en camino de convertirse en animales comensales, de manera similar a lo que ocurrió con las palomas en las urbes.
Un estudio reciente publicado en Global Change Biology señala que la alimentación suplementaria ofrecida a los colibríes en entornos urbanos ha contribuido a modificaciones en el tamaño y forma de los picos, así como el aumento de la población de la especie Calypte anna en los últimos 160 años.
Colibríes con “cuchara grande”
El pico del colibrí es naturalmente largo y delgado para poder acceder al néctar de las flores oculto en las corolas profundas. Sin embargo, en las últimas décadas, los picos del llamado «colibrí de Ana», especie nativa de América del Norte, han evolucionado para ser significativamente más largos y grandes. El cambio está directamente relacionado con la proliferación de los bebederos instalados en los hogares de los centros urbanos, donde hay abundancia de alimento. El rasgo parece reflejar una adaptación que permite capturar más néctar del que las flores ofrecen naturalmente.
Una simulación arrojó evidencia de que la capacidad evolutiva de los organismos se adapta según las condiciones del entorno.
Las aves también tienen claro la valía de estos artefactos donde el néctar abunda más que en las flores. El reporte encontró que los macho están desarrollando picos más puntiagudos y afilados, presumiblemente para competir con otros colibríes para sacar mayor provecho del bebedero.
Estos colibríes de California se expandieron hacia el norte, al mismo tiempo que la presencia humana establecía centros urbanos con todas las facilidades. La densidad de población del Calypte anna también mostr�ó un aumento vinculado con la proliferación de centros de alimentación y de árboles de eucalipto que producen néctar, ambos introducidos a la región por seres humanos.
Cambios evolutivos a alta velocidad
Los cambios en los colibríes han ocurrido con rapidez. Según el informe, las poblaciones de Calypte anna en 1930 eran muy distintas a las de 1950, cuando los picos ya habían comenzado a crecer. En solo 20 años, equivalente a unas 10 generaciones de aves, la evolución ha dejado huella, destacan los autores.
Para llevar a cabo la investigación, el equipo utilizó datos de avistamiento de la especie en los 58 condados de California entre 1938 y 2019, además de analizar especímenes preservados en museos. También recurrieron a anuncios de periódicos antiguos para estimar la cantidad de bebederos en uso durante el siglo pasado. Finalmente, desarrollaron un modelo computacional para predecir la expansión de colibrí, tomando en cuenta la alimentación asistida y la presencia de árboles de eucalipto.
Colibrí de Ana.
Teresa Kopec/Getty Images
«Parece que se están moviendo a donde vamos y cambiando con bastante rapidez para tener éxito en sus nuevos entornos. Podemos pensar en el colibrí de Ana como una especie comensal, similar a las palomas», afirmó Nicolas Alexandre, coautor del estudio y genetista en Colossal Biosciences, una empresa de biotecnología de Dallas, Texas.
Los comederos o bebederos para colibríes utilizan agua con azúcar para atraer a estas aves y proporcionarles alimento durante las temporadas en que el néctar de las flores escasea. Según Science, uno de los registros más antiguos sobre estos dispositivos data de 1928, aunque probablemente se usen desde mucho antes. En general, no representan un riesgo para la especie, siempre que sean limpiados regularmente para evitar la proliferación de bacterias y hongos que puedan afectar a los colibríes.
La paloma, el caso más notable de un espécimen comensal
La paloma (Columba livia) se ha adaptado a vivir en las ciudades, beneficiándose del entorno urbano sin causar un impacto significativo en las actividades humanas. Esta interacción es un claro ejemplo de comensalismo, donde una especie obtiene ventajas por vincularse con otra sin perjudicarla directamente.
Entre 2006 y 2015 se documentó una reducción aproximada del 25% en el número de especies de abejas a nivel mundial, en comparación con los registros de la década de los noventa.
Originalmente, Columba livia habitaba en zonas rocosas de Europa, Asia y el norte de África. Sin embargo, fue domesticada hace más de 5,000 años debido a su excelente sentido de orientación, empleado para el transporte de mensajes escritos. Con los avances en comunicación y alimentación, las palomas fueron eventualmente liberadas, pero continuaron viviendo en las ciudades, integrándose a la fauna urbana.
Hoy en día, son una de las aves más comunes en el mundo. Hay quien afirma que las palomas no podrían volver a vivir de manera silvestre debido a que en los últimos miles de años han perdido habilidades fundamentales para sobrevivir en la naturaleza. Su dependencia al alimento de las ciudades es clara, pero los biólogos expresan que podrían adaptarse a un nuevo estilo de vida, aunque con muchas dificultades.