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mayo 23, 2025Hace cinco años, con la pandemia de covid-19, diversos parques nacionales de México cerraron sus actividades turísticas temporalmente por instrucciones de las autoridades sanitarias. En los santuarios de luciérnagas del estado de Tlaxcala, al centro del país, pensaron que esto ayudaría a que la población de insectos se recuperara tras años de oleadas de visitantes, pero no fue así. En 2021, cuando reanudaron actividades, la población de luciérnagas había disminuido. ¿Qué sucedió?
“Pensamos que el impacto en la disminución de las luciérnagas era por el turismo masivo, pero no fue así, tiene que ver más con el cambio climático y con la naturaleza del insecto que habita en ambientes húmedos”, explicó para WIRED en español, Miguel Huerta, director de operaciones del Santuario de las Luciérnagas MX, en Nanacamilpa, Tlaxcala, el santuario más grande en extensión y que concentra al 80% de los visitantes en el estado.
La misma sorpresa se llevó la doctora en Ciencias en Biodiversidad y Conservación Ecología, Sandra García de Jesús, profesora e investigadora en la Facultad de Agrobiología de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), quien desde 2020 realiza un monitoreo de avistamiento de luciérnagas en los santuarios del estado. Cuatro años después, pudo constatar que las poblaciones de luciérnagas están en declive.
Entre 2006 y 2015 se documentó una reducción aproximada del 25% en el número de especies de abejas a nivel mundial, en comparación con los registros de la década de los noventa.
“Sí, este declive entra dentro de uno más grande que es el de los insectos a nivel mundial. Es un patrón de disminución y dentro de este grupo de animales, hay ciertos grupos taxonómicos que son mucho más vulnerables, como son los coleópteros (escarabajos), los lepidópteros (mariposas), los dípteros (moscas y mosquitos) y los himenópteros (abejas, avispas y hormigas, entre otros), en ese orden y, del primer grupo, los más vulnerables son justamente las luciérnagas”, explicó en entrevista.
De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), por tres años consecutivos, durante el periodo 2020-2023, se registró el fenómeno de La Niña, con efectos como sequías prolongadas, lluvias escasas, aumento en la temperatura, mayor evaporación y, consecuentemente, menor disponibilidad de agua y pérdida de humedad en los suelos.
“Desde el 2022, la temporada de calor nos ha afectado mucho, pero el año pasado llovió un poco más, entonces esperamos ver más luciérnagas, porque a mayor humedad en los suelos del bosque, la larva crece en mejores condiciones”, comentó Huerta.
Sin embargo, la humedad no es el único requisito para el óptimo crecimiento y desarrollo de las luciérnagas; también requieren cobertura vegetal y oscuridad, ya que dependen de la bioluminiscencia para encontrar pareja y reproducirse.
Luciérnaga.James Jordan Photography/Getty Images
“Las luciérnagas requieren altos niveles de oscuridad para su apareamiento. La contaminación lumínica, debido al incremento de la urbanización, les afecta muchísimo y, aunque se está cambiando a luces LED de bajo consumo, estas son de alto brillo, lo cual no ayuda”, indicó la doctora Cisteil Xinum Pérez Hernández, representante para México y Centroamérica de la Fireflyers International Network (Red Internacional de Observadores de Luciérnagas) y miembro del Grupo de Especialistas en Luciérnagas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La bióloga destacó que hay especies de luciérnagas resistentes a ciertos cambios en sus condiciones, pero ninguna resiste ambientes con suelos pobres, contaminados con pesticidas, herbicidas y otras sustancias químicas que se utilizan en zonas agrícolas, con bajos niveles de humedad, altos niveles de contaminación lumínica y ausencia de áreas verdes.
“En Morelia tenemos especies que están dentro de la mancha urbana que todavía persisten, pero nuestras estimaciones indican que, de las 15 o 16 especies que habían antes, ahora únicamente encontramos dos. Las luciérnagas habían sido insectos muy abundantes, ahora hay muy pocas”, afirmó la también investigadora postdoctoral por el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Michoacán (CECyTEM), en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).
Más que bichos
García de Jesús coincide con las causas, para ella el declive se debe a una diversidad de factores que están confluyendo, desde el cambio climático hasta disturbios a nivel local o regional. Todo eso hace que se esté perdiendo la cantidad de biomasa de manera muy significativa con respecto a otros periodos de tiempo.
“Cuando digo biomasa, me refiero a que, por ejemplo, si pusiéramos a todos los insectos del planeta juntos, serían toneladas que podrían superar a todos los vertebrados”, comentó la entomóloga.
Para dimensionar el problema pone otro ejemplo: “El grupo de animales es uno de los grupos más fuertes en términos del número de especies y número de individuos. De esos animales, un porcentaje por arriba del 50% son artrópodos, y de estos, lo que más hay son insectos, que se consideraban como grupos muy abundantes, ‘un montón de bichos’, pero como son pequeños y están escondidos en la tierra, en el suelo, entre las ramas de los árboles, no los vemos, pero están ahí, haciendo funciones de reciclaje, de polinización, limpiando materia orgánica de origen animal. Entonces, por su cantidad y biomasa, son muy importantes en las funciones de los ecosistemas”.
Eso pasa con las luciérnagas. Lo que vemos en la temporada de avistamiento es la etapa adulta, cuando hacen el vuelo de apareamiento, para el cual utilizan la luz, pero hay que saber que esa luciérnaga pasó en el suelo mínimo un año en forma de larva. Es ahí donde radica la preocupación de los expertos, porque cualquier cambio en el suelo trae consigo ramificaciones para las larvas de las luciérnagas.
Insectos muy delicados
Por sus requerimientos ambientales, las luciérnagas son más abundantes en algunas regiones del país que en otras. En los estados de Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Veracruz, ecosistemas tropicales con muy altos niveles de humedad y lluvias frecuentes, hay una mayor cantidad de especies y de abundancia, que incluso pueden estar presentes todo el año. En cambio, en zonas más secas o templadas suele haber menos especies y se observan solo en temporadas de lluvias, como es el caso de Tlaxcala.
“Tenemos una especie de luciérnaga que se ve a principios de mayo, pero es un fenómeno diferente al que se ve en agosto, por la cantidad y la intensidad de las luciérnagas. Las que se observan en este mes son más pequeñas y con una luz más tenue, sin embargo, ambas especies son endémicas de Nanacamilpa”, comentó Huerta.
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Para subsistir, la profesora García de Jesús subrayó la necesidad de grandes cantidades de oxígeno y disponibilidad de agua. “Las luciérnagas tienen rasgos de distribución muy estrechos con respecto a la humedad y temperatura; necesitan mucho oxígeno en el ambiente para hacer sus vuelos reproductivos. En su piel tienen unos hoyitos llamados espiráculos por donde entra el oxígeno hasta llegar a las células del aparato lumínico, entonces empieza la reacción química».
«Esta cadena vital e interrelacionada es la que permite a las luciérnagas volar y emitir luz para su reproducción”, explicó la especialista de la UATx, al tiempo que destacó la necesidad de contar con programas de conservación.
En este sentido, los países asiáticos son la vanguardia en el estudio e implementación de programas de cultivo de luciérnagas; tal es el caso de Malasia, Singapur, China, Japón y regiones cercanas. No es una tarea simple. Tan solo Hong Kong se tardó casi 50 años en lograr su cultivo.
Por su experiencia, Pérez Hernández, de la Universidad Michoacana, enfatiza que la forma más fácil de proteger a las luciérnagas —la más económica y la más efectiva—, es la conservación de los hábitats.
“Esto lo entendió muy bien Japón. En el 2018, implementó un programa de conservación del ecosistema completo que empezó a dar resultados cuatro años después, con el incremento de la población de luciérnagas. Además, para su avistamiento, no entras a su hábitat, no puedes pisar el suelo del área de conservación donde viven las larvas, los caminos son elevados y hay toda un área alrededor desde donde se observa, contrario a lo que hacemos aquí en México”, explicó.
Fotografía de larga exposición muestra luciérnagas en el parque Tatsuno Hotarudoyo en Tatsuno, prefectura de Nagano.
PHILIP FONG/Getty Images
El trabajo de divulgación que ha realizado la doctora Pérez y su equipo de investigadores, adscrito al laboratorio de Ecología de la Conducta, en la Facultad de Biología de la UMSNH, ha dado resultados. La comunidad de Tlalpujahua, ‘Pueblo Mágico’ de Michoacán, permanece durante varios meses prácticamente en total oscuridad: apagan las luces para favorecer el apareamiento de luciérnagas, y el Jardín Botánico de la UMSNH ha cambiado las lámparas LED para que no alumbren toda la noche. Mientras, en la ciudad de Morelia, representantes de fraccionamientos han solicitado visitas de los expertos para saber cómo proteger el hábitat de las luciérnagas y de otros habitantes nocturnos.
Por otra parte, en Puebla y otras regiones del país ya hay algunos centros de protección al medio ambiente con prácticas de conservación de suelo. En Tlaxcala, el estado que tuvo los primeros centros de avistamiento, los poco más de 700 ejidatarios propietarios de los santuarios de luciérnagas —que por años han dependido del turismo—, también han tomado cartas en el asunto.
En las 20 propiedades comunales que opera Miguel Huerta, este año se va a implementar una tecnología de geolocalización vía GPS para saber con precisión cuántas luciérnagas se ven en temporada y en qué partes del bosque se detectan más o se detectan menos, con el objetivo de desarrollar estrategias de preservación y expansión de las luciérnagas.
“Es una tecnología desarrollada por el MIT en Estados Unidos que permite hacer seguimiento a grupos de diferentes tipos de animales. Empezó en África con los rinocerontes y actualmente en México se utiliza con ballenas y tortugas. Nosotros queremos crear una especie de semáforo de luciérnagas y conocer más sobre los recursos del bosque”, explicó Huerta.
El nombre “Santuario de las Luciérnagas” es una marca registrada por el gobierno del estado de Tlaxcala y de uso exclusivo para los prestadores de servicios turísticos, principalmente en los municipios de Nanacamilpa y Calpulalpan.
MARIO VAZQUEZ DE LA TORRE/AFP via Getty Images
A 10 años de existencia del Santuario de las Luciérnagas MX, las más de 5,000 personas que viven y dependen del bosque han entendido lo que señala la doctora Cisteil Pérez, “para conservar a las luciérnagas lo más fácil es la conservación de los hábitats”. Ya no solo cuidan con brigadas de limpieza, saneamiento o reforestación de sus bosques, también preservan a la luciérnaga, se capacitan constantemente y controlan el turismo durante la temporada de avistamiento, el cual crece exponencialmente en los dos meses que dura la temporada (julio y agosto).
Estimaciones de la Secretaría de Turismo federal indican que, este año, los bosques de Tlaxcala recibirán la visita de 120,000 personas en los 26 santuarios autorizados, dejando una derrama económica de más de 70 millones de pesos.
“Hemos tenido muchos aprendizajes, pero lo más importante es que muchos compañeros han encontrado en el turismo una nueva forma de vivir. Antes, cuando acababa la temporada de luciérnagas, los guías turísticos migraban a las ciudades para realizar cualquier tipo de trabajo. Ahora lo que queremos es que se queden aquí a cuidar el bosque”, comentó Huerta.
Editatón de luciérnagas
El reto de este año para Miguel Huerta y el resto de los operadores turísticos, al igual que para los académicos de la UATx y de otras universidades, no solo es que haya más luciérnagas, les tocará recibir la llegada del turismo especializado que asistirá al Simposio Internacional de Luciérnagas, a realizarse en la UATx, del 29 de julio al 1 de agosto.
Realizado por primera vez en América Latina, su organizadora, la doctora Cisteil Pérez, será la encargada de ejecutar el “Editatón de la lista roja de especies mexicanas de luciérnagas”, una evaluación masiva del estado de conservación de estas especies en la que participarán alrededor de 30 especialistas de 20 países.
Programa del Simposio Internacional de Luciérnagas 2025.
Facebook/2025 International Firefly Symposium
“Se trata de un proyecto único en su tipo a nivel mundial, es el primero y calculamos evaluar más de 120 especies de luciérnagas. En el país hay más de 100 sitios ofreciendo este servicio turístico y no tenemos ninguna evaluación sobre su estado de conservación”, comentó Cisteil Pérez.
México es el segundo lugar a nivel mundial en riqueza de luciérnagas, con un aproximado de 300 especies conocidas y muchas más por descubrir; sin embargo, a decir de la experta, “aquí como en otros países latinoamericanos, no hay información sobre la historia de las luciérnagas que permita tener un punto de comparación, una línea base hacia el futuro para poder analizar las tendencias”, señaló.
En pleno siglo XXI, con todo los avances tecnológicos y científicos, aún hay muy poca investigación sobre las luciérnagas. Aunque desde 2010 hay publicaciones, principalmente europeas, que alertan sobre la disminución de las poblaciones de insectos, fue hasta 2020 cuando se publicó el primer artículo científico que sostiene que la población de luciérnagas en el mundo se está reduciendo.
“A pesar de la evidencia del declive, se carece de una revisión exhaustiva del estado de conservación y las amenazas que enfrentan las aproximadamente 2,000 especies de luciérnagas en todo el mundo”, se lee en el artículo encabezado por la bióloga Sara Lewis, de la Universidad de Tufts, en Estados Unidos.
Las palomas han evolucionado para vivir dentro de las ciudades; a una especie de colibrí le está ocurriendo lo mismo debido a los bebederos con néctar.
En un artículo posterior, se afirma que “de 132 especies de luciérnagas que habitan en Norteamérica (incluido México), 18 se encuentran en vías de extinción o están muy cerca de ese límite, de acuerdo con los criterios de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza”.
Para empezar a formar un conocimiento, Pérez Hernández apunta al síndrome de cambio de línea de base, concepto de las ciencias sociales que sostiene que las personas, a lo largo del tiempo, van perdiendo la memoria colectiva (memoria generacional) sobre el estado previo de determinado sitio, en este caso, del entorno natural. Con esta perspectiva, y con ayuda de encuestas ciudadanas, ha identificado que, en Morelia, la mayoría de las infancias reconocen a las luciérnagas porque las han visto en libros o películas, pero nunca en la naturaleza.
“Ocho de cada 10 personas menores de 25 años nunca han visto una luciérnaga. La pérdida de memoria colectiva está relacionada con la pérdida de biodiversidad, entonces la forma más directa para entender lo que representa la pérdida de las luciérnagas, y otros insectos, es que los seres humanos también estamos perdiendo esos entornos saludables para nuestro desarrollo y a los insectos como parte de nuestra cultura, porque la extinción comienza con el olvido”, concluyó.