A lo largo de la historia han sido muchas las películas que han sido elogiadas por su precisión científica y cada vez más cineastas, siendo el mejor ejemplo Christopher Nolan, son conocidos por cuidar al milímetro cada detalle que pueda dotar de un mayor realismo a cualquiera de sus proyectos aunque se trate de un filme de ciencia ficción que involucre elementos ficticios como los aliens.
Un ejemplo habitual es Gattaca, que la NASa votó en los 90 como la película más científicamente más precisa, pero también Contact, sobre un programa de comunicación con vida extraterrestre que existe realmente, Minority Report o Her por su representación de desarrollos tecnológicos del futuro y la inteligencia artificial, e incluso Deep Impact por su elección de un meteorito cayendo en el mar y no en tierra firme.
Sin embargo, en la lista no solemos encontrar películas de animadas, así que no ha podido sorprenderme más la precisión de la adorada película de Pixar Buscando a Nemo, que hace un retrato de la vida submarina mucho más preciso de lo que podríamos imaginar.
Para llevar a cabo la historia de Marlin, Dory y Nemo, con los dos primeros realizando un viaje lleno de aventuras para salvar al tercero de haber sido pescado por salir a la superficie, el equipo de la película se asesoró intensamente para conseguir la mayor exactitud posible respecto al comportamiento real de la mayoría de las especies.
Tal y como resume este artículo de BBC, muchas de las anécdotas de la película que se sustentan sobre la ciencia tiene que ver con el comportamiento de los peces payaso, que efectivamente viven en anémonas y raras veces se alejan demasiado de ellas -lo que también justifica lo hogareño que es Marlin desde el principio-, pero también a nivel geográfico, puesto que las distintas especies habitan en los lugares en los que transcurre la película.
Además, el científico Adam Summers ayudó al equipo de animadores a conseguir que las diferentes especies de peces se movieran con precisión, y también el viaje a Sidney es bastante preciso. Aunque no es imposible que un pez adulto recorra esa distancia, muchos peces payaso lo hacen en las corrientes oceánicas como larvas, cuando tienen tan solo una semana de vida.
«En los 13 años desde que salió, me han señalado más de 100 inexactitudes. Solo una es un error real», admitía Summers en una entrevista con Nature explicando que los cambios fueron decisiones conscientes y no errores. «Decidimos permitir el resto para impulsar la historia o porque los personajes necesitaban una anatomía que no existía. Los claspers (órganos sexuales externos, similares a palos, de los tiburones) fueron cortados de Bruce, el gran tiburón blanco, no por valores familiares, sino porque es esférico, y cuando le agregas un montón de palos a los tiburones esféricos, se ven realmente estúpidos». Igual con el cambio de sexo que experimentan algunos peces payaso: «Alguien propuso que el padre de Nemo, Marlin, debería haberse convertido en un pez hembra cuando murió la madre de Nemo, porque un pez payaso real habría cambiado de sexo después de la eliminación de la hembra dominante. Lo sabíamos, pero no pensé que fuera una buena oportunidad para enseñar a los jóvenes sobre los cambios de sexo en los peces. Eso parecía que sería confuso».
La próxima vez que veas Buscando a Nemo merece la pena observar cada detalle, con mayor curiosidad y admiración.