
La primera vez que alguien utilizó sonido envolvente en una película fue en 1940, durante la primera proyección de Fantasía, la película con la que Walt Disney se obsesionó: consiguió crear un audio multicanal al que apodó «Fantasound» y que necesitaba a un ingeniero que utilizara hasta 54 altavoces distintos. Una barbaridad, vaya. Tristemente, era demasiado caro y no pudo expandirse al resto de cines, algo que cambiaría en el futuro con Dolby y THX… Y en las casas de la gente con el mítico 5.1.
¡Pocos altavoces me parecen!
Y así llegamos hasta la era actual, donde hay casas que llegan a tener un 7.1 (muchas veces para ver la televisión convencional, o series y películas no preparadas para el formato, sí, pero… ¿Y lo que se farda?) y tantas opciones de audio que puede que estés escogiendo la incorrecta. ¿Alguna vez te has preguntado por qué en Netflix todos los personajes hablan tan bajito? Hay una explicación.
Entra en el menú de opciones de audio y fíjate si no tienes seleccionado por defecto una que marque 5.1. Si no tienes un equipo de sonido preparado para ello, tu televisión entenderá que tiene que enviar el audio a siete altavoces y, por tanto, los de la propia televisión se escucharán mucho más bajos de lo normal. Selecciona el audio sin el 5.1 y comprobarás cómo, de manera inmediata, la calidad de sonido sube. De nada.
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Por cierto, normalmente los servicios de streaming, aunque lo anuncien, no tienen un 5.1 puro en las películas dobladas: si tienes una barra de sonido o un sistema de audio envolvente tendrás que verlas en versión original para sentirlo del todo, así que ve aprendiendo a leer subtítulos si aún no lo haces. ¡Todo sea por amortizar el gasto!






