Tres papeles: eso es todo lo que tuvo Tammy Lynn Leppert antes de desaparecer para siempre. Pero empecemos por el principio, porque la historia es una de las más misteriosas de la historia del cine. Leppert, como tantas niñas americanas nacidas en los 60, empezó a hacerse conocida en los certámentes de belleza a los cuatro años (¡cuatro años!). De hecho, llegó a ganar 280 premios en más de 300 concursos, una cifra que, francamente, habría trastocado a cualquiera. Obviamente, cuando llegó a la adolescencia, pasó a ser modelo. Y de ahí, a ser actriz. Y su vida no volvió a encarrilarse.
Say goodbye to my little friend
Leppert, a sus 18 años, conocía bien el mundo de la droga en su lugar de origen, Florida, y se llevaba con tanta gente que su madre, a la que odiaba, no era capaz de contenerla. Así, en 1980 salió en su primera película como extra, Adorables revoltosas, y tres años después preparó su explosión absoluta. Primero apareció en Movida de verano, en cuyo póster se utilizaron partes de su cuerpo, y después en Scarface (más conocida en España como El precio del poder). Nunca jamás volvió a rodar una sola escena.
En la película de Al Pacino, Leppert interpretaba a una prostituta adolescente, que aparece durante la escena final. No aparece acreditada, pero ella estaba convencida de que este sería su primer paso antes de marcharse a Hollywood de una vez por todas. Sin embargo, tan solo cuatro días después de empezar el rodaje volvió a casa con la idea de que alguien quería matarla (y no, antes de que penséis mal, no había tomado droga ni estaba alcoholizada). Coincidió con el retorno de una fiesta tras la que «nunca volvió a ser la misma». Solo unos días después, el 6 de julio de 1983, desapareció para siempre.

Universal
La última persona que estuvo con ella fue un amigo con quien acababa de discutir, que la dejó en un aparcamiento sin zapatos ni dinero. Nunca jamás nadie volvió a saber de ella y su amigo ni siquiera fue sospechoso en el caso. La última pista vino en forma de llamada telefónica: una mujer avisó al detective que llevaba el caso de que Leppert estaba viva y volvería a contactar cuando fuera el momento, porque estaba haciendo lo que siempre quiso hacer. O sea, estudiar para convertirse en enfermera. Obviamente, todos tenemos teorías sobre lo que ocurrió después, pero hay una persona que sigue creyendo que está ahí fuera: su hermana, que continúa buscándola 42 años después. La esperanza es lo último que se pierde, al fin y al cabo.