
En 1925, un perro lobo llamado Balto vive en las afueras de un pequeño pueblo de Alaska junto a su padre adoptivo, un ganso llamado Boris, y dos osos polares, Muk y Luk. Como tiene ascendencia mestiza, los otros perros se meten con él y ha tenido que buscar su propia familia. Un día, hay un brote de difteria en el pueblo que afecta a todos sus niños. En pleno invierno, el transporte de medicinas se complica, así que la única vía posible es utilizar a los perros.
Ante esta necesidad, Balto se presenta voluntario para participar en el grupo que viaje para conseguir el medicamento y gana, pero otro perro del pueblo, Steele, desvela su pasado como perro lobo y queda descalificado. Finalmente es el equipo de Steele el que parte hacia la medicina, pero se desorientan y quedan varados.
Así es como comienza Balto, la bonita historia de aventuras que desarrolló Amblin Entertainment, la productora de Steven Spielberg, y la cual se convirtió en la tercera y última cinta de animación del estudio. Aunque en esta ocasión el genio del cine no firmó el guion, supervisó el proceso y marcó las decisiones más importantes.
Siendo claros, la película fue un fracaso económico. Tan solo logró recaudar 11 millones en taquilla para los 31 que había tenido que invertir la compañía y la crítica, básicamente, se la llevó por delante. Supuso la última película de animación de Amblin que, después del desastre en taquilla de sus dos primeros lanzamientos –Fievel va al Oeste (1991) y Rex, un dinosaurio en Nueva York (1993)-, decidió cerrar su actividad y pasarla a DreamWorks Animation -quienes, por cierto, lo primero que estrenaron fue Shrek-.
Curiosamente, cuando salió a la venta el VHS de Balto, tuvo un éxito inesperado. La buena acogida de la cinta entre el público hizo posible que se desarrollaran dos secuelas que fueron directas a vídeo: Balto 2: aventura en la tierra de hielo y Balto 3: rescate del avión perdido.
A pesar de tener su propia franquicia, Balto no aparece entre las películas más queridas por los niños de los 90. Antes en la lista van títulos como El rey león o Toy Story que, lógicamente, dejaron una huella más profunda en nuestras memorias. Pero el pequeño perro merece tener su reconocimiento. De hecho, el mítico Roger Ebert la señaló como una preciosa «película para niños, con una narración sencilla, llena de emoción y personajes que te importan».






