
Perseguir una carrera artística puede ser un mar de dificultades, y puede volverse prácticamente imposible cuando tienes una discapacidad de alguna clase. Del tipo que pueden hacer ya incluso una vida corriente algo traumático, como le sucedió a John Paul Larkin en su infancia. Un periodo terrible en su vida a causa de su condición.
Larkin aprendió a hablar y ya entonces presentó un tartamudeo bastante pronunciado. Del tipo que le llevaba a decir la última sílaba de cada palabra unas seis o siete veces, llevándole a frustración por no poder expresarse fluidamente y además recibiendo abusos y bullying en el colegio por su manera de hablar.
Con estas circunstancias, uno pensaría que no tendría posibilidades como cantante. Larkin, sin embargo, estaba determinado a alcanzarlo en algún momento. Mientras tanto, ante la dificultad de expresarse con el habla, lo intentó hacer con la música. Con 12 años aprendió a tocar el piano, que se volvería su carrera durante décadas, viajando incluso a Alemania para ser un completo profesional.
Descubriendo el ‘scat’
Aprendiendo a tocar el instrumento se familiarizó mucho con el jazz, y al estudiar el género se topó con una manera de cantar conocida como el scat. Un estilo de improvisación vocal donde se trastea con la pronunciación de palabras y sílabas para añadir a la armonía general. Ella Fitzgerald y Louis Armstrong se volvieron maestros de este arte, y Larkin decidió probar este estilo de canto para poder acercarse un micrófono sin que su tartamudeo fuese un shock.
En los noventa, mientras estaba en Alemania, fue desprendiéndose de inseguridades a través de cantar más o más empleando la técnica scat, tomando finalmente el estilo como parte de su identidad y nombre artístico. Decidió también experimentar con la emergente música de baile que estaba volviéndose popular en Europa por la época, iniciando una nueva etapa como Scatman John.
Animado por su esposa, Scatman John decidió hacer canciones de eurodance empleando su tartamudeo como herramienta artística. Fue más allá incluso y contó su propia experiencia vital con las dificultades de habla en un tema que se volvió en el hit del momento en 1995. Las discotecas y radios de todo el mundo se engancharon fuertemente a ‘Scatman (Ski-Ba-Bop-Ba-Dop-Bop)’, y Larkin se volvió una superestrella que dominaba listas de ventas con sus singles y discos.
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Desde su despegue sacó unos cuatro discos, aunque uno de ellos fue tristemente póstumo. Aunque había alcanzado al fin el éxito con 53 años, al poco tiempo se le diagnóstico un cáncer de pulmón que finalmente causó su muerte en diciembre de 1999. Fue un final abrupto para una formidable historia de superación que quedó retratada para siempre en un rompepistas de la década de los noventa.
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